PODER
Les hablaré de la leña y del humo, de cómo sus figuritas
eran capaces de adornar calles y calles
con calendarios nuevos que traían, expresamente,
para que tú te pudieses vestir
de mariposa o de bruja.
Y no aquel árbol de ahogado con el que a veces hacía el miedo
que se cortara tu voz y parecieras frágil
y pareciera que, cuando venga, tú, dócilmente,
le entregarás tus ojos como si acaso tus ojos estuvieran allí
cuando ella venga.
Le mostraré tus manos y las verá tal como están,
un poco ajadas por la humedad del barro y el paso
de una luz a otra luz, así mismo como en invierno llueve
y también hace viento y entonces nieva para que tú te puedas vestir
de picaporte o de encina.
Y no esa ausencia de estrellas con la que a veces el miedo
usurpa el ímpetu con el que tú, tan infantilmente,
te tomarías a risa su manto oscuro,
si es que acaso tu boca no se estuviese
dando un baño de estrellas
cuando ella venga.
Y no querrá ni mirarte siquiera porque yo le hablaré,
tú conmigo diremos y ella huirá
cercenando sus piernas, anticipando el lodo
que dejarán sus vestidos rasgados por la mitad.
Le enseñaré tus colores calientes y tu país del trigo
y la cebada le segará los pies, y habrá tanta tormenta
en su cielo que ni podrá volver, pero de todas formas
se lo diré. Le mostraré que no puede tocarte
hasta que tú no la ordenes venir.